Las parábolas de Jesús sobre la oración y la humildad, presentadas en Lucas 18:1-14, nos muestran el corazón con el que debemos acercarnos a Dios. En ellas aprendemos a orar sin rendirnos y a vivir con verdadera humildad.
En Lucas 18, Jesús nos cuenta dos parábolas que enseñan importantes lecciones espirituales. Estas parábolas hablan sobre la actitud en la oración y la postura del creyente ante Dios.

📌 Primera parábola de Jesús sobre la oración: Ora sin desanimarte
Jesús contó esta parábola para que sus discípulos oren siempre y no se desanimen.
Había un juez en una ciudad que no temía a Dios ni respetaba a las personas. En esa misma ciudad vivía una viudaque había sufrido una injusticia. Ella venía continuamente al juez pidiéndole que hiciera justicia a su favor.
En aquel tiempo, las viudas eran una de las personas más vulnerables de la sociedad. No tenían quien las defendiera, y su única esperanza era que un juez justo escuchara su clamor. Esta viuda no tenía apoyo de familiares ni vecinos, y tuvo que insistir ante un juez frío e injusto.
Ella no se rindió. Persistió. Y al final, el juez dijo:
“Aunque no temo a Dios ni respeto a nadie, esta viuda me molesta tanto que le haré justicia. ¡Así dejará de venir a fastidiarme!”
Jesús, después de contar esto, dijo:
“¿Y acaso Dios no hará justicia a sus elegidos, que claman a Él día y noche?”
Aquí aparece una palabra clave: “¡Cuánto más!”
Si un juez injusto responde por insistencia, ¡cuánto más responderá nuestro Dios bueno y justo a sus hijos que claman con fe!
Esta parábola no solo habla de perseverancia en la oración, sino sobre el carácter bueno y fiel de Dios.
Creemos que Dios es un Padre bueno, y eso es lo que da poder a nuestra oración.
A veces oramos con todo nuestro corazón y las cosas no cambian de inmediato. Eso puede generar frustración o desánimo. Pero Jesús nos anima a no rendirnos. La clave no está en nuestra fuerza, sino en la bondad de Dios.
Nuestra vida entera es un camino para conocer cada vez más cuán buen Padre es nuestro Dios.
En medio de alegrías y tristezas, lo que aprendemos profundamente es que Dios es fiel y bueno.
¿Te has sentido desanimado en tu vida de oración?
Oro para que el amor y la ternura de Dios llenen tu corazón de nuevo.
No te rindas. Sigue orando. Dios escucha.
📌 Segunda parábola de Jesús sobre la humildad y la actitud ante Dios
Luego Jesús contó otra parábola, esta vez dirigida a aquellos que se creían justos y despreciaban a los demás.
Dos hombres subieron al templo a orar: un fariseo y un recaudador de impuestos.
- El fariseo oró de pie, diciendo:
“Dios, te doy gracias porque no soy como los demás hombres: ladrones, adúlteros, injustos… ni como ese cobrador de impuestos. Ayuno dos veces a la semana y doy el diezmo de todo lo que tengo.”
Este fariseo parecía tener una vida muy piadosa. No robaba, no cometía adulterio, ayunaba, daba ofrendas… Pero su oración no era un acto de humildad, sino de orgullo.
No buscaba a Dios realmente, porque creía que ya era suficientemente justo por sí mismo.
Su oración no expresaba gratitud verdadera ni necesidad de ayuda.
Más bien, parecía exigirle a Dios que reconociera lo bueno que él era.
- En cambio, el recaudador de impuestos se quedó lejos, sin atreverse a levantar la vista al cielo. Se golpeaba el pecho y decía:
“Dios, ten compasión de mí, que soy un pecador.”
Este hombre sabía que no era digno. Reconocía su pecado y pedía con sinceridad el perdón de Dios.
Entonces Jesús afirmó:
“Les aseguro que este último, y no el fariseo, volvió a su casa justificado ante Dios.”
Para quienes escuchaban a Jesús, esto fue impactante.
En aquella época, los fariseos eran considerados los más religiosos, mientras que los recaudadores de impuestos eran vistos como traidores y pecadores.
Pero Jesús no se fija en las apariencias, Él mira el corazón.
El fariseo estaba lleno de orgullo y no sentía necesidad de la gracia.
El recaudador, en cambio, estaba arrepentido y sediento de misericordia.
Por eso, Jesús concluyó con esta enseñanza:
“El que se enaltece será humillado, y el que se humilla será enaltecido.” (Lucas 18:14)
🔍 Reflexión sobre las parábolas de Jesús y nuestra vida espiritual
Hoy en día, quizá no nos presentemos como el fariseo de forma abierta, pero podemos caer en la misma actitud:
pensar que estamos bien, que no necesitamos tanto a Dios, o que somos mejores que otros.
Incluso a veces parecemos humildes como el recaudador, pero en el fondo cargamos orgullo disfrazado.
Es tiempo de examinar nuestra actitud delante de Dios.
Él levanta a los humildes, y resiste a los soberbios.
No te desesperes si te sientes pequeño o indigno.
En esos momentos, Dios está más cerca de lo que imaginas.
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